Soy una persona a la que no le gusta esforzare demasiado en cosas relacionadas con el deporte y el movimiento corporal, soy lo que la gente hoy en día llama un "vago". Sin embargo en mis momentos de malestar me relaja cualquier cosa que tenga que ver con correr, con no parar de moverme, con ser un hiperactivo compulsivo.
Cuando estoy genial tumbado en mi cama, y de repente una descuidada palabra hace reaccionar a mi cerebro y hacer que este me provoque un dolor intenso, no hago más que pensar en correr, es como si haciéndolo pudiese escapar de las malditas garras que oprimen mi pecho y me hacen estar peor a cada instante... Aunque bueno, también he estado sin nada, durante este verano me he encontrado una semana en la que he estado literalmente muerto. Veía a la gente y todos me parecían los mismos, sentía que conocía las caras pero ni yo me sabía sus nombres ni ellos sabían que yo existía, durante esa semana no me preocupaba nada ni nadie, y lo peor de todo es que perdí el rumbo de quien era en realidad.
De repente, una amiga me abrazó, desperté del sueño en el que creía estar atrapado para siempre, volví a sentir dolor, y al poco tiempo felicidad, volví a sentirme vivo, y gracias a ese pequeño tiempo descubrí, que mejor sentir dolor... Que no sentir nada.
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