domingo, 10 de febrero de 2013

Promesa

Mi sueño es una utopía, mis ganas de hacer cosas se ven presas por razones desconocidas, mi felicidad es otra imperfección más que se mantiene al borde de un gran acantilado, vivir sin pensar en mi futuro es algo difícil, pero en estos momento es una necesidad, solo la imaginación ya hace que simples cosas que no se sabe si ocurrirán duelan...
Esa mañana resultaba normal, esa vez me levante temprano, desde hacia poco no había podido evitar tener pesadillas exceptuando las noches de borrachera. El día me mantenía ocupado, cosas como juegos, series y amigos me impedían jugar al comecocos, y me alejaban durante un tiempo de esos fantasmas que no dejaban de atemorizarme las noches de insomnio. Recuerdo que ese día ya me desperté con una extraña sensación, y todo me recordaba a un pasado aplastado por el más intimo miedo. No tenía ganas de comer nada, así que opte por dejarme caer en el sofá y contemplar la caja tonta hasta la hora de comer, aun con un poco de hambre me costo levantarme para poder ir a la ducha y después a comer al bar. Cuando llegué al cuarto de baño, cogí una toalla que había colgada, y con una visión un poco baga por el cansancio de no haber dormido toda la noche pude contemplar la raja que tenia azulejo que había estado tapado con la toalla, en ese momento todo me recordaba a lo mismo, así que me dio un arrebato y me meté en la ducha de golpe con agua fría, solo quería que el frío hiciese reaccionar a mi cuerpo y se despejara de una vez por todas. Cuando salí y llegué a mi bar todo fue como siempre, pero un comentario de mi abuela hizo despertar un ligero interés en mi, y en ese momento mi cabeza volvió a funcionar, así que decidí tomarme la tarde con calma, y apartándome de la gente que había estado apoyándome todo este tiempo, decidí tumbarme un poco en casa, y más tarde, cogí camino a mi antiguo barrio.
Ya había llegado al parque donde pase gran parte de mi infancia, arriba del todo estaba la biblioteca, y arriba de la biblioteca dos filas de edificio donde se encontraban los recuerdos de aquel pasado oxidado.
No quería ver a nadie, ni siquiera me apetecía llamar a esa persona que nunca me había dejado de lado, también es cierto que se había cambiado de casa, y por entonces ni siquiera tenia una ligera idea de donde se encontraba su nuevo hogar.
Así que simplemente intente pasar desapercibido por el parque, ocultándome de la madre de algún amigo para así no mantener conversaciones que no llevaban a ningún lugar, al menos a ningún lugar al cual yo en ese momento quería llegar.
Llegue a la parte izquierda del parque, y vi a la hermana pequeña de mi amigo, la verdad es que ya estaba bastante grande, y eso me hizo pensar en como estarían todos por allí, seguí merodeando por ese viejo barrio, y al final, decidí volver a casa. Todo me había resultado algo extraño, pero comprendí que no me dolía haber dejado todo eso atrás y que tampoco lo echaba en falta, al menos en ese momento. Solo había una cosa que me apetecía, y era descubrir donde estaba ese cabrón que tanto tiempo había pasado conmigo de pequeño, así que me conecté al ordenador y me puse hablar con él, por suerte o por desgracia mi amigo estaba en la misma situación que yo, no tan extraña, pero si parecida.
Así que con un golpe de locura le dije de vernos esa misma noche, y con litrona en mano, fui a la puerta del mismo parque, aunque ya estaba cerrado, allí nos encontraríamos.
Yo ya venia cenado de casa, pero a él le habían dicho sus padres que cenara en el bar de su tio, así que sin más remedio me volví a acercar a aquella calle en la que yo había crecido dando tumbos. Esta vez si que entré al bar, y la gente se puso como loca, mi abuela era muy querida por la gente de allí y yo siempre había estado jugando en la terraza de ese bar, en ese momento tuve que estar en conversaciones las cuales hace 4 horas había estado evitando. Nos dirigimos al comedor, y no se nos ocurrió otra cosa que después de cenar sacar los tazos de su primo y ponernos a recordar viejos tiempos. Al terminar íbamos a coger su pelota de baloncesto, pero estaban en tiempos de feria, y todo el velodromo estaba lleno de coches. Así que no se nos ocurrió otra cosa que ir a por una litrona para él y botar al parque de noche, estuvimos dando vueltas y vueltas, hasta que al final optamos por subir a una casita que había, y pasar allí el resto de la noche. Estuvimos hablando de nuestras cosas, y los dos nos pusimos un poco sentimentales, comprendimos el dolor del uno y del otro, y realmente vimos que nuestras situaciones eran muy parecidas. Y claro, que consejos podríamos dar, ninguno de los dos tenia idea de lo podríamos hacer con nuestras vidas, así que simplemente me invito a su casa, eran ya las 3 de la mañana y yo no iba a volver a Burjassot, así que fuimos y como no estaban sus padres empezamos a beber, y cogimos el ordenador, y empezamos a hablar con unas amigas suyas que estaban durmiendo todas en casa de una, por desgracia no pudimos ir, ya que sus padres estaban en casa, así que optamos por seguir bebiendo con la única compañía de nosotros dos, aunque una hora más tarde escuchamos abrirse la puerta de su casa, era su hermano, y para sorpresa venia con compañia, aunque desgraciadamente, solo para él, así que no pudimos hacer más que oir los gritos de ambos mientras estábamos tumbados en el sofá ansiosos ambos por echar un puto polvo. A la noche no le quedaba mucho, el sol ya salía y aun estábamos hablando sobre nuestras vidas, y lo pateticos que eramos por dar todo lo que teníamos sin pensar, o por no haber hecho caso a aquellas personas que siempre estaban a nuestro lado y que miraban nuestra situación de forma objetiva, pero ya todo nos daba igual, yo a penas podía hablar, tenia sueño e iba borracho, a él le sucedía lo mismo, y sin lagrimas que soltar ni palabras que decir, los dos nos abrazamos, o al menos lo intentamos, y despues de acomodarnos cada uno en un sofá dormimos. Al día siguiente cuando ya era de noche y no me había cambiado de pantalones, me metí la mano en el bolsillo, y saque un tazo de pokémon, en ese momento descubrí que por aquel entonces no valoraba nada, creía que por perder aquello que nunca había tenido ya no tenía nada, y olvide que siempre tendré una cosa, y es la promesa de amigos para siempre que hicimos aquel día, tumbados en el sofá  sin nada más... Que nosotros mismos.

Te quiero amigo, espero que nunca, olvidemos la promesa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario